Friday, March 05, 2010

Maravillosamente intraducible

Me gusta Sabina. Sus canciones tienen siempre algo de universal y, sin embargo, a veces están tan minuciosamente ancladas en su tiempo, su lengua y su cultura que, más que una traducción, lo que necesitan es una reseña (algo que yo no voy ni a intentar).

Ejemplo en cuestión:

Todos menos tú.


Nietos de toreros disfrazados de ciclistas,
ediles socialistas, putones verbeneros,
peluqueros de esos que se llaman estilistas,
musculitos, posturitas, cronistas carroñeros,
divorciadas calentonas con pelo a lo Madonna,
trotamundos fantasmas, soplones de la pasma,
pintorcillos vanguardistas, genios del diseño,
camellos que te pasan papelinas contra el sueño,
marcadores de paquete en la cola del retrete,
escritores que no escriben, vividores que no viven,
jet de pacotilla, directores que no ruedan,
más chorizos que en Revilla con corbatas de seda.
"Muera la locura, viva el trapicheo."
Tontopollas sin cura, estrategas del magreo,
petardeo de terraza, pasarela, escaparate.
"Archy, Joy, Stella, ¿cómo vais de chocolate?"
Tiburones de la noche con teléfono en el coche y con fax,
caballeros en oferta, señoritas que se quieren casar,
caraduras, obsesos, gualtrapas, lameculos,
azafatas de congreso del brazo de sus chulos,
superman en camiseta, y en la pista dando brincos
la colección de tetas que hacen bulto en telecinco,
mulatonas caribeñas que ponen a la peña de pie,
Blancanieves en trippie, amor descafeinado,
Cenicienta violando al príncipe encantado,
Cicerones de la ruta del mal, mercachifles del vacío total,
especialistas en nada, inventores del tebeo,
Julietas demacradas que no encuentran a Romeo.

Estaban todos menos tú,
todos menos tú.
Y yo marcando el 3-6-9-2-2-30
como un idiota para oirte repetir
en el contestador que te has largado de Madrid.

Y una tribu de repatriados de Ibiza
que dejaron de ser hippies, pero no de ser palizas;
filósofos con caspa, Venus oxidadas,
apóstoles del SIDA, lengua envenenada,
motoristas hitlerianos con guantes en la mano,
guitarristas de loquillo, kubalas de banquillo,
doctores en chorradas, triunfadores con mosca,
yuppies que esta temporada no se comen una rosca,
equilibristas del tedio, un gorila armando gresca en el bar,
vampiros al asedio de sangre fresca para chupar,
paparazzis, reinonas, skins, perdonavidas,
y un notario de Pamplona que viene a la movida.
Muertos que no se suicidan, niñatos, viejos verdes
y un cuñado de una querida del Marqués de Villaverde.
Pinchadiscos que te dejan k.o.
con la cosa del bacalao,
morenazos de balcón y rayos u.v.a.,
futurólogos borrachos como cubas,
un tal Pepe que te puede contar
doce mil de Lepe sin respirar,
naricillas de saldo, tabiques de platino
y un psicólogo argentino mostrándote el camino.

Estaban todos menos tú,
todos menos tú.
Y yo marcando el 3-6-9-2-2-30
sin escuchar lo que me cuentan.
Todos menos tú,
todos menos tú.
Y yo más triste que un pingüino en un garaje,
como un borrón en el paisaje de la multitud
de todos menos tú.

Y yo marcando el 3-6-9-2-2-30
sin escuchar lo que me cuentan.
Todos menos tú.
Y yo con manchas de carmín en la memoria
igual que un perro en el tejado de mi juventud
entre todos menos tú.

Y yo marcando el 3-6-9-2-2-30
pasando de lo que me cuentan.
Todos menos tú.

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