Friday, January 29, 2010

Picho

Picho tiene algo más de 16 años. Lo encontré en noviembre de 1993 en un montón de escombros, con una pata quebrada. Lo enyesó una veterinaria coja y quince días después, cuando recién le habían quitado el yeso, se enfermó de parvo virus. Casi se desangra, pero sobrevivió.

Le encantaba que lo lleváramos al parque. Una vez atrapó un pájaro al vuelo. Le gritamos "Picho!", abrió la boca, y el pájaro salió, volando aún. Otra vez, de vuelta de Luján, nos detuvimos en la ruta a tomar mates a la sombra de un algarrobo, y Picho desapareció. Oímos ladridos y balidos desesperados, y lo encontramos con el cuello de una cabra en la boca. Otra vez: "Picho!", y allí salió la cabra, despavorida pero ilesa.

Una vez estuvo en una pelea con otro perro, y volvió a casa chorreando sangre...

Cuando íbamos a nadar al dique, bastaba chapotear un poco en el agua y pretender que uno se hundía, para que él se lanzara y tratara de rescatarnos... Entonces había que cuidarse de sus bien intencionados tarascones.

El amor de Picho es mi madre. Hoy está sordo y casi totalmente ciego. Ha perdido el olfato, le cuesta ponerse de pie, y a veces es incontinente. Sin embargo aún come y bebe, y cuando puede sigue a mi madre a todos lados dentro de la casa.

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