Sunday, April 29, 2012

Inmensamente más tristeza que rabia...

Acabo de leer un artículo según el cual muchas personas homofóbicas pueden serlo debido a sus propias batallas internas con la homosexualidad, algo a lo que le encuentro mucho sentido, desde más de un ángulo. 

Una persona impulsada por el miedo al rechazo ajeno, por ejemplo, bien podría tratar de esconderse tras un odio muy vocal hacia 'los maricas', en un intento por camuflarse...

Otras posibilidad, mucho más insidiosa y trágica, es que un homosexual haga campaña en contra de los homosexuales, obstaculizando su búsqueda de derechos e igualdad, impulsado por el odio y el desprecio que siente hacia sí mismo. Esta sería una persona convencida de que la homosexualidad es un pecado tremendo o un impulso sumamente destructivo, y haría todo lo posible por eliminarla en sí mismo y en el mundo que le rodea.

Yo conozco un par de hombres así, ambos adultos de casi treinta años, que vienen de familias muy religiosas y conservadoras.

Uno de ellos está metido en política y me ha expresado su oposición al matrimonio entre personas del mismo sexo. También me ha contado que todas las semanas, cuando no puede aguantarse más, se sube a un chat y concierta encuentros sexuales con hombres desconocidos. Luego se confiesa con un sacerdote de confianza y un amigo dizque heterosexual y muy opuesto a la homosexualidad. Ambos lo perdonan y a la vez lo exhortan a sobreponerse a su vicio.

El otro es médico y miembro del Opus Dei. Está en contra de los condones y su disponibilidad gratuita en escuelas y centros sociales porque dice que son una contradicción: "por un lado se le dice a la gente que se abstenga del sexo sin conexiones emocionales, y por otro se les da condones gratis, impulsándolos al sexo irresponsable". También él es activamente homosexual, a escondidas de casi todas sus relaciones.

Siento una pena extraordinaria por estos hombres, a quienes de verdad aprecio, y pavor por lo que pueda sucederles emocional y físicamente. No sé cuánto tiempo puedan mantenerse enteros psicológicamente, con tales amigos y tales convicciones. Temo que sus sentimientos de culpa y odio por sí mismos los lleven a prácticas sexuales cada vez más destructivas, entre las cuales la promiscuidad y el sexo anónimo son sólo el comienzo.

También siento rabia, aunque no hacia ellos. Son flacos buenos, llenos de potencial e ideales y, en otros aspectos de su vida, compasión por el prójimo. La homofobia me los está corroyendo.

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