Sin mi Manuel cada cabal segundo
tiene de elíptica jirafa el cuello
y me deja tendido, sin resuello,
como huyendo de lobo tremebundo.
Un atroz hipopótamo rotundo
e inescapable, contra el cual me estrello
es cada cruel minuto sin el sello
de esos ojos hondos en que yo me hundo.
En fin, se truecan en leoninos eones
las horas vacuas sin mi Manuel;
las alimento con trepidaciones
pan de ingenio y más planes con él
mas me desgarran sin contemplaciones
garras agudas la carne y la piel.
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