Thursday, February 04, 2010

Aspiraciones apóstatas

Quiero renunciar a la iglesia católica. Sin compromiso, sin medios velos. No quiero ser siquiera una estadística en sus recuentos de bautismos. Los grupos y movimientos políticos enraizados en el catolicismo usan luego esos número para abogar por políticas oscurantistas que causan sufrimiento a millones.

Lamentablemente, con la iglesia católica no es fácil renunciar a la fe. En la época en que se quemaba a las brujas era fácil quedar excomunicado. Bastaba con mandarse alguna herejía tipo "la iglesia es una fuerza negativa en la sociedad" o "La Tierra gira alrededor del sol" para quedar excluído. Más aún, le daban a uno de yapa una buena dosis de tortura y, sin mucho esfuerzo adicional por parte del hereje, se podía incluso llegar a la hoguera también por esta ruta.

Hoy, sin embargo, la iglesia ha perdido esa agilidad en el accionar. Ojo, no es que me queje. Después de todo, quiero ser apóstata, no mártir, pero de cualquier modo me gustaría que cuando digo que no quiero pertenecer más a la iglesia, ésta me tomara tan en serio como se tomaba hace siglos a los herejes.

Pero no, no es así. Para lograr que la iglesia no me considere más como parte de su rebaño, tengo que escribir dos cartas bastantes legalistas: una a la parroquia en la que fui bautizado, y otra a la diócesis a la que pertenece tal parroquia. Debo incluir una copia de mi documento de identidad, alegar que por ser un infante no estaba en posesión de todas mis facultades mentales cuando fui bautizado, señalar la improcedencia de tal rito y, amparándome en mi derecho a la privacidad según la ley argentina, pedir que mis datos personales sean cancelados de las actas parroquiales y diocesanas. Según tengo entendido, lo común es que estas cartas sean ignoradas, luego de lo cual tengo el derecho legal de presentar una denuncia ante la Dirección Nacional de Protección de Datos Personales.

No entiendo cómo puede ser legal bautizar a los niños. ¿Cómo puede obligarse a alguien a pertenecer de por vida a una organización religiosa?

Sí, estoy en contra de la religión organizada, y en contra de la iglesia católica en particular. Se asienta en territorio poco estable.

Hay mucho de admirable en los teólogos de la liberación, por ejemplo, o en aquel sacerdote que, sin suscribir a ninguna corriente eclesiástica en particular, va y se inserta en la vida de su comunidad, y se preocupa por su bienestar en ESTE mundo. Conozco muchos así, y los admiro. Conozco en persona un par así, y el modo en que le dan poder a la gente sobre sus propias vidas es algo que no he visto en muchas otras personas.

La iglesia, sin embargo, dice que ésta gente está obrando mal, preocupándose por el bienestar social de sus feligreses. Cuando se trata de un conflicto entre opresores y oprimidos la iglesia se ve a sí misma, en el mejor de los casos, como una especie de Cruz Roja que no debe tomar parte: asiste a los oprimidos (sobre todo inculcándoles que lo verdaderamente importante es el reino de los cielos, no el aquí y el ahora), pero dice amar a todos por igual.

Pero la iglesia no es la Cruz Roja. Lo dicho: grupos políticos con base en la iglesia, e incluso la iglesia misma, se inmiscuyen una y otra vez en la política, haciendo presión sobre los políticos y pasando bulas o dictámenes en los que se les pide a los fieles que no apoyen tal o cual proyecto de ley. ¿No es esto acaso intervenir entre opresores y oprimidos?

Obviamente, la iglesia se justifica alegando que sólo interfiere en aquellos temas políticos y sociales que tienen un peso considerable sobre la salud de las almas de los ciudadanos. Alma y cuerpo: una invisible y el otro palpable, y sin embargo se le da más importancia a la una que al otro. ¿Cómo es posible?

Luego, ¿qué es amor, para la iglesia?

Yo puedo amar a un asesino. De verdad. Con algo de perspectiva puedo amarlo por las circunstancias que lo llevaron a hacer lo que hizo. Puedo compadecerlo, intentar ayudarlo. Puede importarme su bienestar. Pero igualmente, voy a protegerme a mí y a todos los que pueda de su accionar.

Sí, ya sé que Jesús no hizo esto. Él puso la otra mejilla. ¿Pero no siempre, o sí? ¿Acaso no destruyó el mercado de los usureros, dándoles vueltas las mesas y desparramando sus mercancías? ¿Acaso no es eso violencia?

Yo no apoyo esa violencia de Jesús. No apoyo la de Camilo Torres Restrepo, tampoco. No sé si a la hora de la verdad podría hacerlo, pero de verdad creo que hay que poner la otra mejilla. Creo en el amor del pacifismo, aunque he tratado de ponerlo en práctica y no hay caso, me cuesta. Muchas veces fallo.

Pero pacifista o no, creo que hay que decir las cosas como uno las ve...

Hmmm... Que es exactamente lo que la iglesia hace, supongo. Hoy en día no tienen un ejército ni nada por el estilo: simplemente hacen campaña, apoyando los puntos de vista que ellos piensan que son correctos.

En este sentido, imagino que son iguales a cualquier otro movimiento político... Excepto que no me viene en mente ningún movimiento político moderno que trate de apoyar sus puntos de vista en los designios divinos. Eso es hacer trampa.

Igualmente, tampoco hay ningún grupo político que proclame tener el derecho legal de adoctrinar a los niños... y se salga con la suya.

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