Romper conmigo, decís, fue lo opuesto
de romper un cristal, un tiesto o un vaso
que por dejarme en un solo pedazo
quisiste vos quebrárteme. Si honesto
no fue mostrarte vulgar y molesto
atosigarme, medirme hasta el paso
para poder provocarme rechazo,
decís que declarar que ya ni resto
de aquel amor sentías sería peor.
Fue difícil, argüís, pero al fin
lograste aquello que te proponías,
que con agallas que vos no tenías
yo exigiera el ya no más. Lo más ruin:
forzarme a mí, si tuyo era el temor.
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