Estaba la blanca paloma
sentada en el verde limón,
su plumaje grisáceo de humo
y enfisemas en cada pulmón.
"¡Ay, ay, ay!
¡Qué contaminación!"
El limón no tenía ni dos hojas,
la paloma tosía con congoja.
Torció un ala, torció la otra,
y se estrelló contra las baldosas.
"¡Ay, ay, ay!
¡Qué contaminación!"
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